domingo, 26 de abril de 2015

Inoxidables

Domingo 26 de abril

Según la RAE, la definición de inoxidable es la siguiente: Que no se puede oxidar. Definición corta y directa al grano. Sin embargo, en el vocabulario del ciclista globero por excelencia, inoxidable es aquel individuo gilipollas que en lugar de estar un domingo durmiendo en su cama tranquilamente, prefiere levantarse a las 7 de la mañana para montar en bici cuando está diluviando. Esa es la definición que más se ajusta a lo ocurrido este domingo.

Con la mitad del grupo de barbacoas (la verdad es que no sé cómo habrán logrado encender el fuego... mérito tienen), la otra mitad decide tirarse al monte, un día que lloverá en toda España y parte del extranjero. Los 4 chalados son Kibuko, Javich_GP, Golfo y un servidor. La ruta elegida, es un clásico en nuestro repertorio. La zona donde nos dimos a conocer. El entorno del embalse de Picadas, entre las localidades de Aldea del Fresno y Villa del Prado.



Quedamos en la urbanización Carreta Quebrada, situada al lado del Safari Park de Madrid. Como siempre, hay rituales que no pueden faltar. Como no estaba Milhouse, nos saltamos el inflado de sus ruedas. Pero lo que no faltó, fue el retraso de Javich_GP. Yo creo que es algo que le da suerte. Algo similar al sonido gutural de Cristiano Ronaldo al meter un gol. Esto no puede faltar en cada salida.



Chispea, pero no llueve lo suficiente como para ponernos el chubasquero. Yo sin embargo, me acicalo y me pongo mi preservativo en el casco para el agua por si acaso. Ya se sabe que lo primero que hay que hacer es tomar precauciones. Como para más adelante dan previsión de lluvia fuerte, decidimos pasar primero a ver los animalicos del safari. Tigres, avestruces, cebras, antílopes... Todos nos miraban como diciendo: "Joder que pintas y que ganas tenéis chavales. Yo no se quién es más animal". Hechas las fotos de rigor, ponemos rumbo al pantano.







Llegando a la presa, desde arriba las vistas son espectaculares. Un barranco enorme se abre ante nosotros, todo verde de vegetación. Es inevitable sacar las cámaras y ponernos a hacer fotos como locos. Comienza a llover fuerte. Nos colocamos el chubasquero y nos dirigimos hacia la vía verde que recorre el embalse. Esta vía verde corresponde a la del tren que circulaba antaño desde Madrid a Almorox. Antes de comenzar a pedalear sobre la vía verde, Kibuko, muy barroco él y gran amante del postureo, nos deleita con una cabriola que le lleva a dar con los huesos en el suelo. Afortunadamente sin consecuencias salvo un pequeño raspón en la pierna. Es lo que tiene el ir adaptándose a los pedales automáticos. Seguimos por la vía verde. Pasamos por el túnel que utilizaba el tren para sortear el embalse. Todos con las gafas en la puntica de la nariz cual Mortadelo. Vamos sorteando piedras y rogando no caernos porque no se ve un pimiento.

 





 
 
Empieza a jarrear por momentos. A pesar del agua, el embalse es espectacular. Cruzamos varios puentes, que al final nos sitúan al pie del cerro Valdenoches. Aquí es donde empieza lo rico rico de la ruta. Al principio la pendiente es "suavecita" (7-8%), hasta que llegamos a la primera curva  a la izquierda. Aquí casi me rompe el GPS con un 16%, y desde este punto al final apenas baja del 10. Dos kilómetros que te dejan las piernas sabrosonas sabrosonas. Golfo hace ver, que como el año pasado por estas fechas, está a tope. No para el tío. Con un poco de sufrimiento llegamos a arriba. Las gafas ya sobran. De lo que llueve, están llenas de gotas y no se ve nada. Se empañan. Así que mejor a la mochila. Ya hemos pasado uno de los tres repechos. El más duro a mi parecer, pero la ruta nos deparaba una grata sorpresa.



Al acabar la pista asfaltada, comenzaba un terreno arenoso en el que se clavaban a base de bien las ruedas. Parecía que según avanzabas, alguien desde abajo te iba agarrando. Como decía el gran Milhouse, "creo que me roza el freno, porque no avanzo". En las zonas de descenso había que dar pedales, la bici se iba para todos los lados derrapando. A todo esto había que sumarle la lluvia y el barro en la cara, porque creo que no lo he dicho antes, pero llovía a base de bien.





Toca el segundo repecho de la jornada. En éste "sólo" alcanzamos el 9%, que unido al terreno arenoso hace que pasemos más penurias que Marco buscando a su madre. Una pena todo. En este punto abrimos un debate Javich_GP y yo. Por cierto, qué tío más grande. El insiste en que hay mucho barro y yo le digo que es simplemente arena mojada, que no hay barro. Empieza un bucle que nos puede durar horas. Tercer repecho y ya queda menos. A partir de aquí todo es bajada.







Sorteamos una barrera, y Kibuko nos vuelve a deleitar con una postura muy de escorzo, así como tumbado en el suelo. Esos pedales... En este tramo nos encontramos con otros dos gilip... perdón, otros dos inoxidables como nosotros. Los únicos ciclistas que vimos. Nos preparamos para la bajada desde lo alto del cerro hasta la localidad de Villa del Prado. Bajada peligrosa por los derrapes de las ruedas en la arena mojada y por las piedras, pero muy disfrutona. La cara empapada constantemente de agua y barro, los ojos entreabiertos, la boca no para de mascar arena, no paraba de gritar arengando a los Hambrientos... Joder que gustazo!!! MTB en estado puro. Qué manera de gozar.

Rápidamente llegamos al pueblo. Lo que cuesta subir para luego bajar en dos minutos. Lamentable... Empieza a caer la mundial. Decidimos, sabiamente, volver por la carretera, ya que el tramo de camino que queda es bastante más arcilloso e íbamos a llegar con las bicis hechas una pena, y había que meterlas en el coche. En la carretera nos pusimos de agua cojonudos. Javich_GP echó en falta el neopreno que tenía en el coche. Qué tío más grande. Que tiemblen Gómez Noya y Mola. Javich_GP a Río 2016.

Rápidamente llegamos a los coches y aquí surgió lo mas difícil de la ruta. ¿Como narices nos metemos nosotros y la bici ahora en el coche sin dejar aquello hecho una pocilga? Con unos malabarismos dignos del circo del Sol, conseguimos hacerlo sin rebozar mucho los asientos. Menos mal. Ahora tocaba el refrigerio. Coca-cola y bocata de panceta. Uno optó por leche con miel. Os dejo que lo averigüéis. ¿Sabéis quien? Es un tío muy grande.




Finalizaba así una ruta en la que hacía mucho pero mucho que no me lo pasaba tan bien. Algo inexplicable. Simplemente hay que sentirlo.


MAVERICK