viernes, 30 de octubre de 2015

Expedición Toubkal 2015

24-25 de Octubre

Parte I (Milhouse)
Amanece el 24 de octubre de 2015. Noche de nervios y mal dormir, por aquello de no olvidar nada en la mochila que nos acompañará al Toubkal. Quedamos en los mostradores de Ryan Air en Barajas, marginados en un rinconcito de la T1. Allí nos vemos por primera vez todos los miembros de la expedición Toubkal: Sarraceno, Kibuko, Milhouse; y Chico y Pirenaico como apariciones estelares. Todo se desarrolla con normalidad: Sarraceno y Pirenaico llegan tarde, y Milhouse aún más. Acoplamos las cosas en las maletas que vamos a facturar y trapicheamos con el dinero en dírhams que ha traído Kibuko. Nos disponemos a embarcar rumbo a Marrakech.


 
 
Cuando aterrizamos nos toca pasar el control de pasaportes. Parece que todos los aviones han llegado a la vez porque la cola es interminable. Se nota que hemos cambiado de continente. En la cola una señora intenta avanzar posiciones sutilmente hasta que llega a nosotros y le hacemos un bloqueo tan perfecto que ni en la NBA. Sin embargo, no ceja en su empeño y se pega a nuestras espaldas dando empujones todo el rato. Sarraceno encuentra la solución a tal insistencia sacando la cámara para hacer una foto que la inmortalice, ante lo que la señora huye cual vampiro frente a la luz. Hábilmente Sarraceno, tras varios intentos, consigue retratarla. En el control de pasaportes suerte dispar. A algunos no les preguntan nada y a otros les insisten para que digan hasta con qué calzoncillos van a dormir.


 
En el aeropuerto supuestamente nos debía esperar un conductor para llevarnos hasta Imlil, pero por allí no aparece el cartel con nuestro nombre. Esto sigue siendo otro continente. Llamamos a nuestro alojamiento y nos dice que llegará en 20 minutos. Como aquí el tiempo pasa más despacio y ya son casi las 3 de la tarde, nos vamos a comer algo. Por fin aparece nuestro conductor, Mustafá, con un coche de lujo. Cargamos todo y ponemos rumbo a Imlil.


 
Por el camino empezamos a ver los grandes valles del Atlas y algunas peculiaridades del país. El verde de las partes cercanas al río contrasta con la aridez de las laderas. Uno no puede imaginar cómo las motos y las bicis sobreviven. El que tenga el vehículo más grande es el que manda. Atravesamos el pueblo de Asni y llegamos a Imlil. Mustafá bate el record de tiempo en la distancia Marrakech-Imlil.


 
En Imlil nos espera un chaval para llevarnos a nuestro alojamiento. Nada más bajar del coche nos envuelve un olor a manzana. En el pueblo las casas se disponen colgadas a lo largo de las laderas y el fondo está lleno de nogales, manzanos y cerezos, que ahora presentan colores otoñales. El chico nos guía por estrechas calles laberínticas, muchas sin asfaltar, con los animales por las calles. Esto me recuerda a mi pueblo a finales de los años 70. Llegamos sin aliento al alojamiento.




 
En el hostal, regentado por Hassam y su mujer Khadija, nos espera esta última. Dejamos las mochilas y nos recibe con un té de menta buenísimo y pastas anisadas. Así que damos buena cuenta de ello. Y por supuesto nos conectamos a la wifi como si no hubiera mañana, pues ya llevábamos la friolera de 5 horas desconectados del mundo. Nuestros compañeros Hambrientos hacen dicharacheros comentarios sobre la alfombra desde Madrid.


 
 
Como todavía hay luz, nos damos una vueltecilla por el pueblo hasta la hora de la cena. Vemos de dónde parte el camino hacia el Toubkal y nos llevamos alguna sorpresilla graciosa.




 
 Para la cena tenemos crema de garbanzos y tajine, que no nos abandonarán durante el resto del viaje. A la sopa todavía le hacemos foto, pero cuando llega el tajine, la foto sólo se hace con los restos. De postre yogur con manzanas del lugar. Muy bueno todo.

 
Después de cenar nos reunimos para planificar la ruta del día siguiente. La principal preocupación es saber a qué hora van a sonar los despertadores, pues esa noche se cambia la hora, tanto en España como en Marruecos, y a las 9 de la noche ya hay móviles que automáticamente se han atrasado 2 horas, otros 1 hora y otros continúan con la hora española. Otra preocupación es el tiempo que hará. Según la web meteorológica que se consulte se pasa de sol de justicia a lluvia tropical. No quedará más remedio que aguantar con lo que haya. Preparamos la mochila y a dormir, decidiendo que desayunamos a la 8.
Como no podía ser de otra manera, hay quien no acierta con la hora, y a la mañana siguiente Pirenaico despierta sobresaltado a Sarraceno pensando que ya íbamos una hora tarde. Recuperado el pulso, desayunamos junto con un compañero de alojamiento, de origen polaco, que vivía en Irlanda y no sé qué más cosas geográficas. El desayuno incluye mermeladas varias (higos, cacahuete, fresas…), bollos, quesito, tortilla, crema de cacao Sergio, mandarinas, suaves aceitunas y queso fresco; ah, no¡¡¡ que eran terrones de azúcar. El día se presenta despejado y espectacular para andar. Nos preparamos y salimos, con los buenos deseos de Hassam y Khadija. El Toubkal espera.


 
El camino empieza remontando la margen derecha del río que pasa por Imlil, atravesando una zona de nogales. Empezamos a cruzarnos con gente que va o viene de la montaña y las consiguientes mulas de carga.







 
Salvada la primera cuesta fuerte de la jornada, atravesamos otro pequeño pueblo, cruzamos el río por un puente y llegamos a una zona donde el valle se abre. Es fiesta nacional y la gente anda por allí.




 
Volvemos a cruzar el río, esta vez vadeándolo, y tomamos el sendero que lleva al Toubkal por su lado norte. El camino está salpicado por algún puesto en el que se venden bebidas, zumos de naranja o algún producto local. La vegetación de frondosas desaparece para dejar paso a un pequeño tramo de coníferas. Vamos comiendo algo y Sarraceno nos insiste sin parar en que bebamos.






 
La senda está en buen estado porque a mitad de camino al refugio existe una zona sagrada para los bereberes, a la que se hace una peregrinación en agosto. En esta zona existe una roca pintada de blanco que divisamos al fondo. Aquí se aglomeran numerosos puestos de bebidas y pequeñas tiendas, las mulas descansan y algún rebaño de cabras pasta lo que puede.
 




 
Una vez sobrepasada la zona sagrada, el sendero se empina de nuevo. Decidimos tomar una bebida en el penúltimo puesto que existe antes de llegar al refugio. Un refresco de color naranja nuclear nos hace reponer fuerzas. Sentados al borde de una terracilla, el marco es incomparable.


 
Tras una hora y media más de camino al final ya se distingue el refugio Les Muflons. Por fin llegamos¡¡¡






 
El refugio está muy bien acondicionado. Nos reciben con el té y galletas de chocolate. Sarraceno es el único que se atreve a lavarse un poco. El resto tenemos claro que no merece la pena. Nos preparan una bandeja de spaguetis con tomate que nos saben a gloria, y comemos hasta que se nos salen por las orejas.
 




 
Dejamos las mochilas en la habitación, que no tenemos que compartir con nadie porque no hay mucha gente. Un lujazo. Como todavía es de día, salimos a dar una vuelta para ver el principio de la ruta que haremos al día siguiente. Nos acercamos a una pequeña cascada y dejamos nuestra impronta con un pedazo de hito (de piedra).Probamos también el GPS al que, amablemente, Maverick ha cargado los mapas de Marruecos. Comprobamos aliviados que efectivamente son los de Marruecos y no los de Argelia.




 
Finalmente aprovechamos para hacernos unas fotos en plan grupo de rock alternativo.







 
En la cena conocemos a un par de maños que también planean subir a la cima. Intercambiamos experiencias montañeras mientras degustamos el tajine. A la mañana siguiente tenemos previsto levantarnos a las 4:15, así que nos vamos pronto a dormir, o al menos a intentarlo, cosa que sólo consigue el 50% del grupo. El Toubkal sigue esperando. 



 

26-27 de Octubre

Parte II (Kibuko)


A las 4.30 de la mañana suena el despertador y los expedicionarios se levantan entre bostezos y tiritonas porque hace mucho, mucho frío. Ha sido una noche muy larga. Los nervios, la lluvia que no ha parado en toda la noche, y la gran cantidad de agua bebida el día anterior, han dificultado el descanso de algunos de los componentes de la expedición.
El día anterior ha sido duro. “Sólo” 1700 m de desnivel, entre la aproximación al refugio y el paseo de aclimatación. Además de unas clases prácticas de cómo ponerse los crampones en la calidez del refugio, que ya veremos qué pasa cuando el frío apriete.


Abajo nos espera un desayuno preparado con mucho mimo para coger fuerzas para el gran día. Sin embargo, no para de llover y esto, unido a la oscuridad de la noche, hace que se retrase la salida, por problema de visibilidad.
A las 6 de la mañana, Sarraceno y Pirenaico, interrumpen la calma del refugio para avisarnos de que ha dejado de llover y ya va siendo hora de empezar a andar. Así que nos abrigamos como borregos, cogemos las mochilas, alguno decide ponerse las lentillas en el último momento…. Y sí, ha llegado la hora del día grande, ¡¡¡el día “d” el cucal!!!

Sarraceno marcando el paso, Pirenaico de coche escoba y Chicó, Milhouse y Kibuko bien protegidos, comienzan la expedición con el triple objetivo de coronar el Toubkal Oeste (4030m), Toubkal (4167m) y el Imouzzer (4010m), haciendo la ruta circular que consiste en subir por la Ikhibi Sur y bajar después por la Ikhibi Norte, tras coronar las tres cumbres.
El comienzo es bastante desalentador, tras unos pocos pasos, todavía de noche, el sofocón es bastante importante. Aquí la mente es fundamental y sin la conciencia de que hay que controlar las emociones, la actitud positiva y el control de la respiración no se llega a ninguna parte (y menos a tres cuatromiles). Así que tras coger ritmo (lento para asegurarse que todos llegamos) y tratando de no parar mucho, vamos ascendiendo poco a poco. En seguida nos topamos con la nieve que ha caído la noche anterior y seguimos subiendo poco a poco. Ya ha amanecido y al menos se ve. Las vistas son espectaculares.





Pronto llega la primera prueba del día, Sarraceno da la orden ¡a ponerse los crampones! Como era de esperar, con las manos congeladas es mucho más difícil, pero se consigue, no sin ayuda claro… La ventisca hace su aparición en forma de rachas de viento y ya no nos dejará en paz hasta volver a descender al valle, por el que llegamos al refugio el día anterior. 

 
Y así continuamos hasta llegar a las faldas del Toubkal Oeste. La ruta prevista consiste en subir hasta el collado que une ambos “toubkales” y desviarse hacia el primero. Sin embargo, el comité de expertos formado por Pirenaico, Chicó y Sarraceno, decide que estamos muy fuertes y nos desviamos hacia la derecha para ascender al Toubkal Oeste “a saco”. Lo ven muy claro y “fácil”. El comité de expertos que ve dudar a Milhouse y Kibuko, insiste en que es la ruta prevista, pero troncos que nos hemos estudiado la ruta!!! ;) Nos dejamos engañar e iniciamos el ascenso. Esta subida es una de las más duras que recuerdo, pero a la vez, una de las que más he disfrutado nunca. Unas vistas espectaculares y a la vez una pendiente que hace pensar en lo peor, pero la nieve está muy blanda y eso disminuye el riesgo. Sarraceno va en cabeza abriendo huella, pero a mitad de camino es relevado por Pirenaico, mientras Chicó cierra el grupo. Las rachas de viento no cesan e incluso tapan la huella y en algún momento tiran directamente al suelo a más de uno. Tras unas cuatro horas de subida, por fin, hacemos cumbre en el primero de nuestros objetivos. ¡¡Si señor!! ¡¡Primer 4mil conseguido!! Impresionante… Creo que recordaré esta subida como una de las mejores experiencias de mi vida.





 
 Paramos a recuperar fuerzas, alguno se ancla todo lo que puede a la nieve porque el viento y la pendiente de la ladera impresionan y, en seguida, nos dirigimos al segundo y el más importante objetivo el día: Toubkal. Que se puede tocar con las puntas de los dedos.
 
Parece que está cerca, pero no hay que subestimar el poder del mal de altura. Una vez que empezamos a subir, cada paso es un esfuerzo máximo. La respiración se descontrola, fallan las piernas en el peor momento y la mente te juega una mala pasada. La pirámide, que hace las veces de vértice geodésico, está tan cerca, pero a la vez tan lejos… A mitad de subida tenemos que parar a recuperar fuerzas, hasta los crampones de Kibuko están tan cansados que se sueltan no una, sino ¡¡ dos veces!!









 
Y finalmente, el 26 de octubre de 2015, el grupo de hambrientos que forman la expedición Toubkal 2015, llegan a la cima más alta de África del Norte, en pleno corazón del Atlas (esa cordillera formada por rocas volcánicas reactivadas según dicen los entendidos), Jbel Toubkal, con sus 4167 m de altitud. Todo son abrazos, sonrisas, muchas, muchas fotos (preguntadle a Pirenaico), despliegue de carteles, felicitaciones de cumpleaños incluidas y la sensación de que casi un continente entero está bajo tus pies. Sencillamente increíble, no hay palabras para expresar lo que se siente, a parte de una felicidad inmensa. Las nubes, que hasta ahora nos habían dado una tregua, empiezan a cubrir la cima y estropean alguna que otra foto, pero da igual, ¡¡estamos a más de 4000 m de altitud!!

 
Tras descansar un poco iniciamos la bajada que nos llevará al Imouzzer, por el lado contrario por el que hemos subido. Chicó y Pirenaico se adelantan para comprobar el camino y comienza un descenso muy bonito, por crestas y palas de nieve. Al llegar el inicio del ascenso al Imouzzer, Milhouse y Kibuko deciden esperar en el collado bien resguardados mientras los demás suben, y es que quedan todavía unos 2500 m de bajada. Lamentablemente la ventisca hace que la tercera cima del día se resista y queda como excusa para volver pronto y terminar lo empezado, pero no importa el verdadero objetivo de la expedición está conseguido y ¡¡de qué manera!!








Antes de empezar el descenso por la Ikhibi Norte, nos lanzamos en buscar de los restos de un avión que se estrelló en los años 70 y que son tan famosos que aparecen incluso en el mapa. El viento que no ha parado casi desde que salimos hace perder los nervios y ante la perspectiva  de tener que subir un poco para verlos se oye un ¡a los restos del avión que les den por el c…! ¡Me c… en ….! ¡¡¡*#€& viento!!


¡Fuera crampones! Y a tirar para abajo. Vamos seguidos, felices y casi sin parar hasta el valle que nos llevó al refugio. Dejamos la nieve atrás y las grandes cimas aunque aún estamos a unos 3000 m de altitud.


Los estómagos ya rujen por la necesidad de llevarse algo de comida que digerir, pero hasta llegar  a Chamarouch (piedra blanca) no encontramos un sitio “decente” para comer que Chicó se ha encargado de buscar a los más rezagados que andan ya sufriendo con la bajada. Una sopa bereber, un tajin, un buen té, el ibuprofeno que no falte y a seguir hasta Imlil donde nos espera una ducha caliente y una buena cena que nos la merecemos después de tanto andar.



El resto de la bajada transcurre sin problemas, ya con los estómagos llenos y con muchas ganas de llegar, salvo por un malentendido sobre donde quedar tras separarse para investigar un camino, que kibuko y Chicó parece que no se enteran mucho…
Gracias a todos los que nos habéis ayudado a lograr este gran objetivo. A Chicó, Pirenaico y Milhouse porque son unos grandes compañeros/amigos de expedición. Y a Sarraceno, en especial, porque nos lo ha puesto muy muy fácil, él ya pago demasiados peajes el año pasado.
 
¡¡¡Hasta la próxima amigos!!!