domingo, 19 de febrero de 2017

Crónica de una mujer muerta

Sábado 18 de Febrero


Por fin llegó el día. Tocaba ya una ruta palillera no apta para piernas flojas y mentes débiles. Había que recrear el ambiente de los días de Pirineos en nuestra sierra de Guadarrama. El objetivo, recorrer la silueta de La Mujer Muerta. Ruta exigente de más de 20 km y aproximadamente 1300 m de desnivel.




Después de un par de semanas de tiras y aflojas, malas previsiones de tiempo, presencia de lobos hambrientos... nos encontramos finalmente en el aparcamiento del área recreativa de La Panera, Milhouse, Javich_GP, Kibuko y yo. Mottoretta es baja a última hora. Whiteman se raja a mitad de semana. Vete a saber qué tendrá mejor que hacer que sufrir con nosotros.

Nuestros coches son los únicos en el aparcamiento. Está todo desierto. Los maleteros están cargados de achiperres hasta los topes. Crampones, raquetas, bastones, mochilas... Haciendo caso de los consejos de Whiteman que ha estado por la zona unos días antes y nos ha servido de avanzadilla, optamos por dejar las raquetas en el coche y así evitar cargar con más peso. Sabia decisión.



Iniciamos la marcha. Apenas hemos recorrido 500 m cuando sin previo aviso nos topamos con la primera pared del día. Un cortafuegos de una longitud considerable, hace que nos empiece a sobrar toda la ropa. Qué sudores!! Esto es despertarse y lo demás es tontería. Tomamos aire en un pequeño collado, para volver de nuevo a ascender sin contemplaciones. Esperamos nieve. Mucha nieve. Desde Madrid se ve toda la sierra blanca. Sin embargo, mientras ascendemos, sólo vemos cuatro pinceladas blancas por el camino. Alcanzamos el alto del Casetón a 1728 m y apenas hay rastro de nieve. Miramos a lo lejos, y se ve Cuerda Larga hasta los topes. Qué rabia!! Hemos venido a parar al sitio con menos nieve de toda la sierra. En este punto nos encontramos con un montañero que va cargado con esquíes a la espalda. Pobrecillo. Está más perdido que nosotros, pensamos. Tomamos un pequeño aperitivo y continuamos la ascensión.







Cada vez va apareciendo algo más de nieve, pero todavía se muestra tímida. Seguimos subiendo hasta llegar al puerto de Pasapán, que precede al pico del mismo nombre. Desde este punto, se pude observar todo el perfil de La Mujer Muerta por primera vez en la ruta. Alcanzamos los 2005 metros en el pico de Pasapán. En apenas 8 Km, hemos ascendido más de 700 metros, y lo que queda.













El siguiente objetivo es la peña del Oso, a 2196 metros. La cosa se pone dura. De vez en cuando miramos para atrás y vemos si estamos todos. Tememos que nos vayan comiendo los lobos uno a uno. Cada vez hay más nieve. Kibuko no hace más que proponer si nos colocamos los crampones, pero la nieve no es continua. Qué ganas tiene de ponérselos!! Además de nieve hay hielo, lo que nos hace ser un poco más precavidos. Intentamos pisar nieve o rocas para no acabar en el suelo. Alcanzamos la cima y aquí sí, totalmente cubierta de blanco. Momento hambriento del día. Salen los bocatas relucientes de la mochila. Y poco tardan en ser devorados, por el frío que hace. Las vistas desde aquí son espectaculares. Milhouse se deleita con unos cuantos buitres negros que llevamos observando toda la ruta. Entre los lobos y los buitres... 




























Antes de descender hacia el valle del río Moros, tenemos que alcanzar la cumbre de la Pinareja, a 2197 m de altitud. Es un tramo de apenas un km, pero hay zonas con hielo. Para darle una alegría a Kibuko, nos ponemos los crampones. Qué sonrisa de felicidad tiene. Vamos siguiendo las huellas de un montañero que nos hemos encontrado anteriormente. Bajamos desde la peña del Oso para volver a ascender hacia la Pinareja. Decidimos bordear todas las rocas de enmedio por un lateral. Mejor no mirar la caida que tenemos al lado. Menos mal que llevamos los crampones, que agarran lo suyo. Sino sería como tirarse por un tobogán de un parque acuático, solo que sin agua al final. Es la última ascensión de la ruta y las pendientes finales se las traen. En la cumbre, un mojón un tanto piojoso nos da la bienvenida.













Descendemos hacia el collado de Tirobarra para llegar al valle del río Moros. Mucha nieve por este lado, que hace las delicias del grupo. A medida que descendemos nos vamos metiendo en el bosque. Es una gozada. Aquí la nieve más blanda hace que en alguna ocasión casi desaparezcamos, engullidos por ella. Nos quitamos los crampones. El deshielo hace  aparecer arroyos por todas partes. Milhouse, la cabra cruzarríos, encabeza cada uno de los cruces. Javich_GP, después de pensárselo un poco más, logra cruzar también.














Salimos a la pista que bordea el río Moros, ya conocida por nosotros durante la ruta del cochinillo de Cercedilla. A pesar de ser una zona increible, se nos hace bastante pestosa. Cerca de 10 km llanos hasta el coche por pista ancha. Qué pena no tener las bicis... Javich_GP no deja de retarnos para volver corriendo al coche. Por mi lado aparece de la nada una mujer que nos adelanta corriendo, pero a Javich_GP le entran las verguënzas y declina la invitación que le hacemos de acompañar a la susodicha.












Por fin, después de 23 Km y más de 8 horas de marcha, llegamos a los coches. Ha sido una ruta espectacular que ha tenido de todo. A pesar de que al principio nos sentimos un poco decepcionados por la falta de nieve, finalmente nos dimos un buen atracón. Como ruta que se precie, no puede acabar en otro sitio que no sea un bar. Entre cafés y cervezas, y al calor de una estufa, pusimos punto y final a una estupenda jornada, de esas que repetiríamos hasta la saciedad.





MAVERICK